La Legión había sido creada apenas un año antes y luchaba junto a los Regulares para debilitar las zonas rebeldes. En la madrugada del 21 de julio de 1921, la columna del general Mazo recibió la orden del teniente coronel Millán Astray de partir de inmediato hacia Ain Yedida.
Millán Astray ordenó tocar el ‘generala’ y los legionarios de la I Bandera -mandada por el comandante Franco- y los de la 4ª compañía de la II Bandera partieron en una travesía que se prolongaría durante las siguientes 24 horas. Hasta las once horas de marcha no llegó el primer descanso. Los legionarios habían alcanzado un lugar llamado Ali Judi y, tras una pequeña marcha, reiniciaron el camino.
Según OneMagazine, el cansancio y la sed de la tropa era descomunal: “Andan como autómatas poniendo todo su pensamiento, su voluntad en caminar silenciosos, ahorrando palabras inútiles. El cansancio es terrible”.
Tras nueve horas más de marcha, los legionarios llegaron a su destino inicial: el Fondak de Ain Yedida. Los soldados se lanzaron a dormir al suelo, pero pronto llegaron nuevas órdenes que obligaban a partir hacia Tetuán. El destino final era Ceuta.
Finalmente la columna llegó a Tetuán la mañana del 22 de julio. Una hazaña de la I Bandera que cumplió el Credo Legionario: “Jamás un legionario dirá que está cansado hasta caer reventado. Será el cuerpo más veloz y resistente”; y el espíritu de disciplina: “Cumplirá su deber. Obedecerá hasta morir”.
Según los cálculos de la época, los legionarios habían marchado cargados de equipo, armas y municiones durante más de 100 kilómetros en una marcha que se prolongó durante 28 horas.
El plan era marchar a Melilla para lograr salvar la ciudad tras las pérdidas de Abarrán e Igueriben. La I y II Bandera se unieron a los Regulares de Ceuta para formar una columna mandada por el general Sanjurjo. El 24 de julio llegó a la ciudad el primer refuerzo perteneciente al I Batallón del Regimiento de Infantería de la Princesa y, a lo largo de la mañana, los refuerzos procedentes de Ceuta.